En nuestro último día de viaje, el despertador
sonó algo más tarde, a las 8, hicimos la maleta en un momento y salimos fuera a desayunar.
Ayer paseando por Republic St. vimos
una cafetería antigua muy bonita, Café Cordina, pedimos
un par de capuchinos y un par de croisants, que costó 8’40 €; no vamos a decir
que fue malo, pero para nada estaba tan rico como el desayuno del domingo en Dolci
Peccati y además bastante más caro.
Nos acercamos a St. George’s Square que estos días de fiesta, tenía un escenario con
un par de tribunas. También vimos un cambio de guardia.
Nos dirigimos a UPPER BARRAKKA GARDENS, para despedirnos de La Valeta con las estupendas
vistas que hay desde aquí; de camino veíamos mucho italiano y sospechamos que
habría un barco, y cuando llegamos al mirador, vimos que no había uno sino dos
barcos.
Eran sobre las 10’30 y como hacía un día
estupendo decidimos regresar a casa para coger las gafas de sol y dejar una
nota de que volveríamos sobre las 12; ayer consultamos en internet y vimos que hoy
la casa no tendría huéspedes, así que por esa parte estábamos tranquilos, igual
pasaba alguien a limpiar pero lo dejamos todo ya preparado y nuestras maletas
en el salón con la nota.
No podíamos desaprovechar el día tan
esplendido que hacía (el mejor de los que habíamos estado en La Valeta), con un sol brillante, fuimos andando a Victoria Gate en
10 minutos, subiendo y bajando como si fuera nuestra ciudad de toda la vida;
para llegar finalmente a la zona del ferry.
Directos a coger una barquita que son
más rápidas para cruzar a Vittoriosa (porque con los horarios del barco no nos
hubiera dado tiempo), primero no querían llevarnos porque como hoy había más
gente por los cruceros, preferían hacer el Harbour Cruise (que es un paseo que
vale 8 €), por momentos pensamos que no nos iba a llevar nadie, pero
afortunadamente para nosotros, pronto cambiaron de opinión y uno de ellos accedió
(2 € por persona).
Cruzamos con una pareja italiana que
iba en uno de los cruceros, pero no sabían muy bien ni donde iban, porque al bajar
en Vittoriosa, pusieron cara de no entender anda y nos preguntaron si terminaba allí; debían pensar que era de los
que te da una vuelta.
Una vez en VITTORIOSA solo queríamos disfrutar de las vistas desde la zona de Fort
S. Antelo, que tanto nos gustaron. Ya las habíamos disfrutado otro día, pero
estaba algo nublado; además estuvimos solos y con esta maravillosa vista
pusimos punto final a nuestro viaje.
Fuimos directos a por la barquita para
cruzar, a ver sí había suerte de nuevo; aunque al principio nos dijeron que no,
enseguida accedieron y llegamos a La Valeta. Esta vez subimos en ascensor, como
había mucho movimiento de gente, tenían a un chico que te iba sacando los billetes
de la máquina (creo que 1 €); una vez arriba, llega justo donde está el mirador
UPPER BARRAKKA GARDENS. Y foto de despedida.
Cuando llegamos a casa eran las 12’20,
dejamos la llave en la mesa y cerramos la puerta tal como habíamos quedado el
primer día.
Costó lo suyo subir la cuesta cargados
con las maletas, sobre todo a mí, una vez en la parada del bus (línea X4) esperamos
un ratillo a que llegara el de las 13’05. En el bus iba poca gente y pudimos
sentarnos.
Una vez en el aeropuerto, facturamos y
pasamos el control en un momento, luego fuimos a comer, nos decidimos por unas porciones de
pizzas y unos refrescos (20’10 €). En el aeropuerto hay wifi gratuito (solo hace
falta entrar en web y aceptar condiciones, en otros lugares es más lioso); así
el tiempo de espera que tampoco fue mucho, pasó volando.
El vuelo salía a las 15’55 y puntual a
su hora salió; nuestros asientos estaban detrás de la fila de emergencia, y nos
ofertaron pasar delante porque estaban vacías, nosotros declinamos la oferta; a
mí no me gustan porque no puedes tener el bolso ni nada, hasta que haya
finalizado el despegue y quiten la señal de los cinturones (y lo mismo para el
aterrizaje claro), y ahora que en las filas hay más espacio ya no merece la
pena como antes. Pero al final nos medio obligaron a pasar delante, porque no
pueden ir vacías las filas de la puerta de emergencia.
Un poco antes de la hora prevista de llegada
que eran las 18’20, aterrizamos en Manises, recogimos la maleta, llamamos a los
del parking que ya estaban llegando, pagamos (38 €) y a casa.
Una vez en casa comenzamos a deshacer
maletas, que también es una habilidad que hemos ido desarrollando, pues en
un momento ya hemos dejado cada cosa en
su sitio. Para cenar como la nevera estaba completamente vacía, llamamos a unas
amigas y nos fuimos a unos de nuestros bares habituales.
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